viernes, 28 de mayo de 2010

La Casa

La casa

Las cortinas vuelven a cerrarse.
El automatismo de la huida.
Van los puño apretados
a sostener la penitencia.
La casa es una.
Habitada;
por las voces del suicidio.

En los espejos una sombra
se adelgaza.
No existen rostros
solo hay mutilaciones.
Breve mirada,
llanto atascado por el vidrio.
Rubor en la mejilla,
que dejo la bofetada.
Sonrisa sostenida,
en alfileres.

Mutismo de la espera
La casa es una.
Habitada.
Las puertas van abriendo,
sus cerrojos.
Despiden a los gritos,
de las porcelanas.
El piso cruje,
buscando las fracturas.

Hay escrito un nombre
ilegible.
Una imagen de tinta,
esquina del papel,
sobre la mesa.
Mientras va cayendo,
hacia un sitio
improbable.

1 comentario:

  1. Este poema es fantástico. Tiene una fuerza narrativa, un ritmo, un equilibrio que logró ponerme la piel de gallina. Y las imagenes, que decir de las imagenes, un festín visual.

    ResponderEliminar